jueves, 27 de octubre de 2011

Eclipse del pecado

Asimismo del olvido o eclipse de Dios se sigue el "eclipse del pecado". Recientemente el Santo Padre Benedicto XVI lo decía: "hoy en día la misma palabra "pecado" no es aceptada por muchos, porque presupone una visión religiosa del mundo y del hombre. En efecto es verdad: si se elimina a Dios del horizonte del mundo, no se puede hablar de pecado. Como cuando se esconde el sol, desaparecen las sombras; la sombra surge sólo cuando existe el sol; de este modo, el eclipse de Dios implica necesariamente el "eclipse del pecado" (Angelus, 13-III-2011).

¿Qué es en realidad el pecado?
Un pecado es una palabra, un acto o una intención, con la que un hombre atenta, consciente y voluntariamente contra el verdadero orden de las cosas, previsto así por el amor de Dios. El pecado es en definitiva "el amor de sí hasta el desprecio de Dios" (san Agustín), y en caso extremo la criatura pecadora dice: Quiero ser "como Dios" (Gn 3,5).  Así como el pecado me carga con el peso de la culpa, me hiere y me destruye con sus consecuencias, igualmente envenena y afecta también a mi entorno. En la cercanía de Dios se hacen perceptibles el pecado y su gravedad.


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