jueves, 27 de octubre de 2011

Libertad perversa

Y... ¿Qué es la libertad y para qué sirve?

La libertad es el poder que Dios nos ha regalado para poder actuar por nosotros mismos; quien es libre ya no actúa determinado por otro. Dios nos ha creado como seres libres y quiere nuestra libertad para que podamos optar de corazón por el bien, también por el supremo "Bien", es decir, Dios. Cuanto más hacemos el bien tanto más libres nos volvemos.

Pero... ¿no consiste precisamente la libertad en poder decidirse también por el mal?

El mal sólo es aparentemente digno de interés y decidirse por el mal sólo hace libre en apariencia. El mal no da la felicidad, sino que nos priva del verdadero bien; nos ata a algo carente de valor y al final destruye nuestra libertad.


Del eclipse u olvido de Dios surge la "libertad perversa" que es aquella falsa concepción de la libertad que exalta al individuo aislado de forma absoluta y no da cabida a la solidaridad, a la apertura y al servicio hacia el prójimo y que confiere poder absoluto sobre los demás y en contra de los demás. De la "libertad perversa" surge la "cultura de muerte" y brotan los más terribles crímenes contra la vida como son el aborto, la eutanasia, la experimentación con embriones, el infanticidio, entre otros.

Por el contrario, como nos dice Benedicto XVI: "El hombre que se abandona  totalmente en manos de Dios no se convierte en una marioneta de Dios, en una persona aburrida y conformista; no pierde su libertad. Sólo el hombre que confía plenamente  en Dios encuentra la verdadera libertad, la gran amplitud creadora de la libertad para el bien. El hombre que se dirige a Dios no se hace más pequeño, sino más grande, pues gracias a Dios y juntamente con él se hace grande, divino, llega a ser verdaderamente él mismo".

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